Los talleres "Toca, mira, cata, caminata", cierran la Feria del libro de Logroño.

El sábado 19 cerramos la Feria del Libro Antiguo de Logroño con un torbellino de energía que nos acompañó de principio a fin durante los talleres con adultos y niños que se sucedieron mañana y tarde.

No paro de apuntar nuevas ideas que me han ido surgiendo a raíz de la apertura de compuertas sensoriales en la que dejamos hablar al oído, al olfato, al gusto, al tacto, y a la vista, aunque esta vez mantuviésemos a esta última amordazada con antifaces en una buena parte de los experimentos. Lugares de contagio con personas que remueven las ideas y la memoria.

Algunas pinceladas de las muchísimas que ocurrieron a lo largo de un día que exprimimos al máximo: Lupas que nos acercaron nuestro objeto hasta adentrarnos en él y transformarlo en otro, Cuadernos de recuerdos y sensaciones que se construyen juntos cuando cerramos los ojos y un sabor nos lleva al bocadillo de la abuela, al encuentro de las mujeres de la familia durante la matanza, a olfatear el humo, a una gama entre rojos, morados y marrones, a las risas y complicidad con el cerdo con el que se concibe, a las patatas a la riojana, a pasear por nuestro pueblo, al pan, a una carrera de mosquitos por la garganta. Un mismo sonido que tomaba identidades y formas totalmente diferentes a los oídos de cada uno, sin ni siquiera una coincidencia: El ruido del agua de la fuente se camufló de secador, de tormenta, de coche, de aplausos de un espectáculo, de un río, de un rugido , del mar, de un cohete, de un tractor, de unas tripas hambrientas... Jugando, trazamos mapas de cada sentido. Probamos a dibujar tumbados y subidos a una silla para descubrir agujeros de nariz cavernosos o coronillas dignas de rastrear como una selva.

El colofón final lo marcamos dejando nuestras huellas en grandes murales donde comprobamos lo diferentes que resultan nuestros dibujos en vertical y en horizontal, dejando intervenir codos, rodillas, pies, ritmos rápidos y lentos, cambiando de técnicas secas y húmedas... Dibujamos de espaldas, en relevos, siguiendo las instrucciones de nuestro compañero y pasando luego a se director de orquesta trazofónica. Probamos diferentes maneras de caminar dejando el rastro de nuestro paso... La cadena de niños de diferentes edados probando trazos, maneras de caminar, sorteándose y dejándose paso para experimentar las huellas que dejaban las posturas más locas, fue una gozada para recordar, porque el disfrute no dejó hueco para capturar esas imágenes. Sin darnos cuenta, acabamos bailando con nuestros dibujos.

Mi hilo de voz me permitió disfrutar de la guinda final, intercambiando lecturas y algunos de los tesoros librísticos que llevé a la mesa redonda con la que cerramos la carpa de la Feria pasadas las 22h.

Gracias otra vez al Equipo Zarándula por este mezclón tan sustancioso y a Miguel Hernández (Miki Pluviam) por su ayuda como compañero de baile irreemplazable.