La Semana del Álbum ( DelAlbum, Eventos Semana del Álbum) establece puentes entre editores, autores, lectores, libreros, bibliotecas, profesores… Los talleres con los que he participado en este festival literario, han sido unas pequeñísimas puntadas que para mi constatan lo importante que es mantenernos conectados y compartir nuestros libros con cada una de las partes que da sentido a nuestra profesión.
Los domingos 10 y 17 de Noviembre fueron un torrente de recarga de energía.
La mañana de taller del 17 fue malacatuda. Se multiplicó el número de hechiceros de lenguas atléticas, dispuestos a enfrentarse a las palabras más enrevesadas, a jugar con ellas alargándolas, distorsionándolas y haciéndolas bailar para conseguir las transformaciones más inesperadas y descacharrantes. Al final del taller, todos los aprendices de magos, ya magos cum laude, consiguieron el reto de pronunciar Chancho, chanchijo, sipitilijo y Flautista guarrista de Cochimbrín sin el más mínimo tropiezo.
Del máximo de 15 niños por taller, pasamos a 25 porque la magia también sirve para alargar los espacios y dar cabida a más gente, ¡acostumbrados a los viajes en metro, esto era pan comido y todo un gustazo! El espacio de la Biblioteca Luis Rosales de Carabanchel, también facilito esta flexibilidad, dejándonos malacatuar entre sus dos espacios para talleres, que animo a todo el mundo a conocer, ¡son una gozada!
Hubo tiempo para confesarnos lo que que no nos gusta nada, como escupitajos de hermanos pequeños (los de mayores y medianos, tampoco, que conste) y lo que nos apasiona, con favoritos aplaudidos por consenso, como los helados. Fue divertido ver cuántas cosas que a unos no les gustan, a otros les encantan y pensamos que estaría muy bien tener una mesa mágica bajo la que poder intercambiar platos de brócoli por otros de espinacas.
Idear en qué nos gustaría transformar a algunas personas es la mar de liberador y una fuente de mutaciones. Empezamos con unos primeros encantamientos individuales de entrenamiento, de los que surgieron conversiones dulces con sabor y forma de carrito de chuches o helados de cinco bolas, pero pronto los sabores tomaron un regustillo salado, como el bocadillo de salchichón, en el que tuvimos que transformarnos volcando toda nuestra imaginación después de que se lanzara el sortilegio al compás bocinero de un pollo de goma. Y sí, lápices y rotuladores pueden ser verdaderas varitas mágicas.
El paso del formato más pequeño al papel grande para combinar nuestros hechizos y dar nombre a las nuevas formas inventadas, abrió las compuertas al ácido y al picante y el mural de la pared se llenó de nuevos seres, producto de la magia malacatuda. Monos de culo rosa, personas de dos cabezas, cangrejos-hacha y gusanos con alas de dragón, pelos de tigre y abdomen de caca que aparecían de los rotuladores de los niños más angelicales. Ni rastro de los primeros hechizos en árbol de Navidad, sol, gota de agua, mariposa, rey León, princesa, conejo o corazones, los unicornios mutaron en conejodragonunicornioserpentilzampones. Nuevos nombres, para personajes recién inventados: Calablote, Coligorda, Chucacerdeco, Dormidocongatodoel, Mr. Enseñador culo verde, Gatofeodormidocongatodelante, Vampiresa de Navidad, Señodrilo, Señorhacha, Hamburguiñora…
Y si no creéis que estos seres sean posibles, esperad a cruzaros con algún lanzador de sortilegios trabalengüísticos, y vuestra boca se abrirá como un puente levadizo, mientras vuestro cuerpo de piedra se transformará en un castillohiedragón. ¡Fi! ¡Fa! ¡Fu!
Mil gracias a todas las editoriales de Álbum por el trabajo y el cariño que hay detrás de esta semana/mes que nos acerca a los lectores y que, personalmente, me han ayudado a estrechar el lazo con dos lugares hechizantes para instalarse en ellos y volver, volver y volver, la Librería La Lumbre y los geniales libreros que la hacen tan acogedora y la Biblioteca Luis Rosales de Carabanchel, repleta de personas sipilimajas y currantas. Mil gracias Arianna Squilloni, con A buen paso los hechizos salen siempre bien.