Cuentacuentos: ¡Malacatú! en Menudos Infames.

Uno se da cuenta de la verdadera magia que tiene el compartir lecturas cuando pasa una mañana malacatuda con los mejores cómplices que ni un hechizo habría conseguido invocar y se crea una burbuja que hace que se esfumen de la cabeza incluso las noticias que nos tienen asfixiados de angustia.

Había unas ganas inmensas de contarnos miles de cosas, las que nos gustan, las que nos hacen enfadar, cosas curiosas sobre palabras mágicas que nos llegan de tiempos remotos cargadas de misterio, como Abracadabra, que nos llevó a preguntarnos sobre la peste. Tan curioso como que las primeras palabras mágicas que me hicieron apuntar muchos de estos Menudos Magos fueron Gracias y Por favor (Porfi en la intimidad), cuando yo llevaba en mi cabeza Hocus-Pocus, Shazam, Badabim-Badaboom… Claramente, el son principal que marcó la varita mágica fue la risa.

Aguzamos oídos y ojos, ejercitamos las manos y entrenamos nuestras lenguas para aventurarnos a los traba-hechizos y a la ristra de historias silenciosas de ¡Malacatú!

Ya como hechiceros cum laude creamos nuestras propias palabras mágicas e incluso nuestro nombre de mago, inspirados por palabras-maleta, palíndromos, anagramas o jitanjáforas. Listos para el lanzamiento final de sortilegios: ¡Todo un duelo entre niñas y niños y madres y padres!

Nadie salió de Menudos Infames con su apariencia inicial, Grazia transformó en purpurina a su madre y su madre a Grazia en barco de vela, Juliana a Pía en Rata y Pía a Juliana en un doblete de de gatita bebé y villana con problemas de control de esfínteres, globos, cerdos cubiculares, elefantes, ranas, princesas peludas, arcoíris, … algunos con tanto ímpetu como Julia, se atrevieron con hechizos encadenados y al pronunciar ¡POTAGIA! se despidió transformada en ardilla con su padre-caramelo de menta de la mano, a lomos de su hermana Vera-unicornio, seguida de su madre-osa.

Algo en lo que todos coincidimos es en que queremos una literatura infantil bien regada de palabras juguetonas que nos reten y nos abran nuevos caminos por descubrir, estamos sipilifritos de que nos simplifiquen los textos como bebecitos chupeteros.

Gracias a #A buen paso por hacer posible este encuentro supermineralizante con los protagonistas para quienes ideamos los libros y por hacer magia con ¡Malacatú!, a #Menudos Infames, por crear espacios de tesoros librescos tan acogedores de los que uno no quiere salir, ¡casi tuvieron que sacarme a rastras de allí!, a Miki Pluviam y a Javier Carilla Pros, por ser tan buenos cómplices y fijar en sus fotos ese tiempo genial que a mi se me esfuma. Y por supuestísimo, a todos los que vinisteis a despedir febrero con ¡Malacatú!, transformándome en cohete, ¡menuda recarga de energía disfrutona!